jueves, noviembre 06, 2014

Twitter. Sonar de las emergencias

Ayer tuve la oportunidad de reflexionar sobre la importancia del uso de las redes sociales cuando se producen fenómenos meteorológicos adversos. Fue en el curso de la Semana de la ciencia en el marco de mi Facultad, la de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Allí acudí invitado por la doctora María Luisa Sánchez. Rodeado de destacados periodistas del mundo de la meteorología como José Antonio Maldonado  o Roberto Brasero,  diserté sobre la importancia, cada vez mayor, de conversar con los ciudadanos a través de las redes sociales durante las emergencias. 

Mucho fue el interés que el tema suscitó entre los jóvenes alumnos universitarios quizá al sentirse concernidos tras comprender que todos y cada uno de ellos, armados con sus dispositivos móviles, atesoran en su bolsillo una poderosa herramienta de comunicación. Un instrumento que muchos hubiéramos querido tener en nuestros duros comienzos cuando nos disputábamos, a carreras, una cabina telefónica para poder ofrecer nuestra crónica radiofónica.


Pero el potencial comunicativo que ahora tenemos a nuestro alcance no es sólo el más evidente, la capacidad de retransmitir de forma sincrónica al mundo lo que nos rodea. La trascendencia del cambio al que asistimos es aún mayor y también sus consecuencias. Decía hace sólo unos días Andrés Ortega (especialista en Big Data) en el Maratón de Social Bussines de JuanMerodio que los datos son el petróleo del siglo XXI. Cierto. Muy cierto. Y también en emergencias donde cada minuto es esencial para tomar las decisiones correctas. 

Foto de una explosión de gas en Orcasitas (Madrid) obtenida por Twitter a los
14 minutos de recibirse el aviso en el 112.


Qué gran avance el poder contar con tantas fuentes de información sincrónica. Y es que Twitter se ha convertido en el sonar de las emergencias. Cada tuitero se comporta como una suerte de baliza capaz de transmitir datos de lo que le ocurre a su alrededor. Decenas, centenares, miles de datos con un alcance quizás global que ahora debemos aprender a explotar y a manejar. Sólo en el huracán Sandy 20 millones de tweets o casi 6.000 tweets/sg en el Terremoto de Japón de 2011. 

¿Porque, cómo diferenciar un delfín de un tiburón de entre las ondas captadas por ese sonar? ¿Cómo distinguir el contenido de indudable valor del que no lo posee o del que, incluso, pretende causar el caos en forma de bulo o de Fake intencionado? Nuestra responsabilidad, la de quienes gestionan emergencias, es ahora dotarnos de los procedimientos y las herramientas de análisis y criba para poder emplear el Big Data emergente en beneficio de todos, porque Twitter puede salvar vidas pero también sepultarnos en datos.