Límites éticos en la información de sucesos,
emergencias y catástrofes
La foto de un hombre
a punto de ser atropellado por un convoy del metro neoyorkino publicada por el
diario sensacionalista New York Post ha logrado su propósito: que todos hablemos
de ella y que las entradas a la web del diario se multipliquen de forma
exponencial. Paralelamente el debate nos lleva a plantearnos ¿cuál es el límite
a la hora de difundir información gráfica de sucesos? Es más, ¿dónde termina el
periodista su trabajo para comenzar a actuar como ciudadano? O Mejor aún, ¿Un
periodista debe dejar en algún momento de lado sus deberes ciudadanos en aras a
defender el sacrosanto derecho a la información?
Fte. New York Post |
La respuesta nos la dio hace mucho tiempo, con su actuación
diaria, uno de los mejores reporteros de guerra. El foto-periodista catalán
Miguel Gil, muerto cuando cubría la guerra de Sierra Leona. Miguel era esa
clase de reportero que era el primero en
llegar y el último en marcharse. Obsesionado por no abandonar a su suerte a las
poblaciones sacudidas por los más horribles conflictos bélicos, era capaz de
dedicar sus vacaciones a ayudar, pico y pala, a esas poblaciones dejando su
cámara a un lado ¿Porqué? Pues porque por encima de todo era persona. Si tenía
que elegir entre filmar la muerte o ayudar a evitarla, no dudaba.
Como él decía “Hay historias donde lo más peligroso no es
arriesgar la vida para contarlas, sino dejar de filmarlas”. Ese no era el caso
del metro de Nueva York. Aún siendo cierta la versión del fotógrafo, R. UmarAbbsi, de que en realidad disparó la cámara para avisar al conductor del convoy
con el flash, ¿qué necesidad había de publicar
la foto?¿Qué aporta? ¿Porqué titularla indicando que este hombre está a punto de morir?
Información en emergencias. Cobertura diaria y límites
Yo lo veo diariamente en mi trabajo, donde debo recoger
información gráfica de las emergencias a las que acudo. Nuestra intención es aportar
información y sobre todo concienciar a la población sobre la necesidad de
cambiar la cultura de protección civil; lograr una mejora en la autoprotección
de los ciudadanos comprendiendo el efecto de muchas conductas imprudentes. Para
ello, procuramos huir del morbo y nunca aportamos imágenes en las que se vea
sangre o se identifique a personas. Objetivo idéntico al que defendemos desde
la iniciativa Educación Cívica en Emergencias, cuyo objetivo es que todos los
niños aprendan en las aulas formación en protección civil, primeros auxilios y
seguridad vial.
Pero no sólo eso. En algunas ocasiones he sido el primero en
llegar a un siniestro y, por supuesto,
lo primero ha sido comenzar a atender a las víctimas hasta la llegada de los
servicios de emergencia. Nuestra tarea como periodistas exige una alta
responsabilidad informativa y defender una mínima conciencia ética. No vale
todo para lograr el Pulitzer. Es cierto que sin periodismo no hay democracia,
pero para defenderla no debemos olvidar que, por encima de todo, somos
ciudadanos.
Sobre esto, y todo lo relacionado con la Comunicación en emergencias y catástrofes, hablaremos el próximo día 15 de diciembre en el curso que impartiré en Madrid para iRescate
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